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A comienzos de enero, primero en Arica y luego en Copiapó, se realizaron los dos primeros bootcamps DESAFÍA. Dirigidos a toda la comunidad de las universidades de Tarapacá y Atacama, el objetivo de ambos talleres —de idéntico programa— fue entregar herramientas para que la innovación no quede atrapada en las aulas académicas y pueda despegar hacia afuera, ya sea como un emprendimiento, un proyecto de divulgación o transferencia.
Docentes, estudiantes, egresados y funcionarios se inscribieron y participaron de este programa de formación certificado, una iniciativa del Consorcio Ciencia e Innovación 2030 que se ejecutó en conjunto con APTA, hub especializado en transferencia tecnológica y promoción de emprendimiento científico.
Este bootcamp, cuyo título justamente es “Potenciando I+D y transferencia tecnológica desde la academia al mercado”, estuvo compuesto por cuatro módulos de tres horas cada uno, los que se dividieron en dos días. Los módulos, además de contar con exposiciones de especialistas en innovación y emprendimiento, también incluían revisión de ejemplos prácticos y dinámicas grupales.
El primer módulo trató sobre transferencia tecnológica e innovación, con especial foco en la propiedad intelectual y cómo fomentar la colaboración entre la academia y las empresas. El segundo módulo, sobre propuesta de valor y validación de hipótesis de negocios, abordó conceptos de mercado, como la cadena de valor y la matriz competitiva.
Los dos módulos finales tuvieron que ver con comunicación efectiva de I+D, incluyendo las claves para producir un “pitch tecnológico”, y cómo obtener financiamiento para este tipo de proyectos, ya sea en fondos públicos o inversión privada.
Un bootcamp exitoso
En la Universidad de Tarapacá, este bootcamp se realizó en Arica, específicamente en el Campus Velázquez, entre el 4 y el 5 de enero. Los cupos se llenaron y quienes asistieron quedaron muy satisfechos con el contenido y el estilo del taller.
“Es muy importante que los alumnos sepan o conozcan este otro mundo, que es el del emprendimiento”, dijo Emerson Terrazas, egresado de Informática en la UTA. Él participó para “poder actualizar las metodologías de trabajo si estas siguen avanzando, si hay nuevas innovaciones, nuevas formas de establecer proyectos”.
Estefanía Villarroel, estudiante de quinto año en Ingeniería en Química Ambiental, reconoció que “todo esto nos sirve para el futuro”. Ella está desarrollando un proyecto de tesis y ahora sabe cuándo conviene “patentar antes de hacer una publicación”.
También estuvo presente Libertad Carrasco, académica de la UTA y representante del Eje de vinculación con el entorno del consorcio, quien subrayó la importancia de que “las y los estudiantes se involucren en los continuos desafíos que presenta el sector productivo, y que contribuyan transfiriendo conocimiento y soluciones innovadoras a sus problemáticas. La colaboración que se puede dar entre la academia y el sector empresarial es clave para impulsar el crecimiento económico, la innovación y la competitividad en una región”.
Pocos días después, entre el 9 y el 10 de enero, el bootcamp viajó a Copiapó, donde el programa se impartió en el edificio Pentágono de la Universidad de Atacama. A sala completa, casi veinte personas de la comunidad de la UDA asistieron al taller, que durante el primer semestre de 2024 se repetirá en Santiago para las dos otras universidades del consorcio: la U. Mayor y la U. Autónoma.