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En el corazón del desierto más árido del mundo, donde la vida parece imposible, la necesidad de agua define la supervivencia de los territorios. Aquí, en Arica y Parinacota, las comunidades luchan cada día por este recurso, tan vital como escaso.
Desde tiempos inmemoriales, las sociedades y ecosistemas de esta región han aprendido a adaptarse y sobrevivir en condiciones extremas. Por ejemplo, aprovechando la camanchaca, la famosa niebla costera.
El ciclo de formación de esta niebla comienza con la evaporación del agua de la superficie del mar, dejando atrás gran parte de las sales que la componen. El sol actúa como un disipador de la niebla y de esta forma, la nubosidad baja se levanta y se suspende todos los días sobre nuestras cabezas y paisajes, con mayor o menor densidad dependiendo de la estación del año, y se convierte en una alternativa real para solucionar, en parte, la escasez hídrica de la región.
La camanchaca, ese gran manto gris, está formada por micropartículas de agua, que aunque no se convierte en lluvia, sí puede ser capturada y almacenada como recurso hídrico complementario. Esto se consigue gracias a los atrapanieblas, tensas mallas que parecen atrapar fantasmas,y que revelan que incluso en los paisajes más complejos, hay soluciones para la vida humana que no destruyen, que se integran.
Sin embargo, instalar atrapanieblas es un gran desafío, pues se enfrentan a las difíciles condiciones ambientales en las que se desarrolla la camanchaca: alta radiación solar, variaciones extremas de temperatura y humedad relativa, así como vientos intensos.
En este contexto, nuestro equipo multidisciplinario, formado por investigadores del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá y del Centro UC Desierto de Atacama de la Pontificia Universidad Católica de Chile, busca promover y desarrollar una cultura del agua de niebla, tanto para las actividades de uso cotidiano como para la regeneración y viabilidad de ecosistemas costeros que están en alto riesgo de conservación. Lo hacemos promoviendo el concepto de agua social, que emerge de una relación con el agua basada en el respeto y cuidado con el ambiente, enfocada en garantizar su acceso universal y equitativo para cualquier persona o ser vivo, con proyección a largo plazo.
Actualmente, ejecutamos un proyecto de innovación social basado en la instalación de atrapanieblas para el aprovechamiento del agua de la camanchaca formada en laderas, acantilados y planicies cercanas al litoral. Estos sistemas proveerán de agua a la caleta de la comuna de Camarones y, eventualmente, a más sectores de este y otros valles costeros de la zona de Arica.
Ante desafíos locales y globales en los que la naturaleza se entrelaza con lo social, aspiramos a mejorar las condiciones de vida de las personas.
A través de nuevas tecnologías basadas en conocimientos científico-técnicos, sumadas a los saberes ancestrales de las comunidades locales, se han instalado cuatro estaciones meteorológicas, dos en el norte y dos en el sur de la región, cada una con su neblinómetro, que miden la cantidad de niebla posible de ser capturada, para luego transformar la camanchaca en «agua nueva» mediante el sistema de atrapanieblas.
En otras palabras, estamos capturando agua del ambiente que no proviene de otro sistema hidrológico, como ríos, acuíferos subterráneos o vertientes, cuya recolección además es responsable, útil y renovable.
Hemos trabajado más de dos años con distintas comunidades, como las de Caleta Camarones, los agricultores de Alto Valle de Azapa, la Asociación de Agricultores Indígenas Wali Qhantati, en Pampa Dos Cruces, la Agrupación de Agricultores Indígenas Alto Camarones Norte y, recientemente, la asociación de agricultores indígenas Warayana, en Pampa Colorado.
Las comunidades de agricultores se han ido sumando a esta iniciativa pues requieren con urgencia nuevas maneras de obtener agua para sus cultivos y no seguir desembolsando altas sumas de dinero por la compra de agua proveniente de camiones aljibe.
Es así que, a mediados de octubre, se instaló un piloto de atrapanieblas en Pampa Dos Cruces, en los terrenos de la Asociación de Agricultores Indígena Wali Qhantati, ubicada en la ruta A-143, entre los valles de Azapa y Lluta, a unos 22 kilómetros de Arica. Este atrapanieblas, formado por dos mallas de 16 metros cuadrados cada una, proyecta colectar, entre mayo y octubre, los meses de mayor niebla, 16 litros de agua diarios y 512 mensuales, cuyo destino será el regadío.
Otro caso que será muy relevante es el de Caleta Camarones, la primera localidad que recibirá agua de niebla para uso cotidiano. Esta comunidad pese a estar aislada de Cuya, el caserío más cercano, distante a 12,3 kilómetros, ha logrado subsistir en este inhóspito territorio por más de cuatro décadas. Sus habitantes viven principalmente de la pesca, con viviendas de material ligero, electricidad limitada por generadores y paneles solares, y un acceso al agua por medio de camiones aljibe, que les suministran apenas 61 litros por persona, muy poco comparado a los 170 litros que en promedio consume una persona urbana al día en Chile.
Para contrarrestar este problema, en Altos de Camarones, a 945 metros sobre el nivel del mar, esperamos inaugurar en abril del 2025 el primer parque de atrapanieblas del Norte Grande, que proveerá de agua a la caleta. Serán cinco kits, equivalentes a 160 metros cuadrados de malla raschel de polietileno de alta densidad, que recibirá el agua en canaletas recolectoras. Esta agua será transportada por una tubería de más de cuatro kilómetros hasta su centro de acopio, ubicado en el kilómetro 9 de la ruta A-376.
Este albergue de agua, que proyecta retener 262 litros diarios y 7.860 litros mensuales de agua, será también un centro informativo turístico sobre la captación del agua de niebla. Esto, además de mejorar considerablemente el abastecimiento de agua para uso doméstico, podrá fortalecer otros sectores económicos de Caleta Camarones, como la creación de nuevos emprendimientos ligados al patrimonio cultural o natural. Así también esperamos limitar los impactos sociales negativos, evitar el abandono y generar una nueva oferta territorial.
El agua de niebla, más que una alternativa, puede convertirse en una realidad, pero solo en la medida en que se integren conocimientos y experiencias científicas, tecnológicas, culturales, educacionales y políticas. Así será capaz de transformarse en un eje innovador de gran impacto social y nulo daño ambiental, no solo para nuestra región sino para el país y todo el mundo.
Jacqueline Correa Lau es doctoranda en Artes, investigadora del Laboratorio de Arqueología y Paleoambiente y coordinadora académica del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá.
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