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A fines del año pasado, después de siete meses de intensas negociaciones, la estatal Codelco y la privada SQM llegaron a un acuerdo para explotar juntas el Salar de Atacama, una de las reservas de litio más grandes del mundo. Ese convenio aceleró el avance de la Estrategia Nacional para este mineral, que el gobierno terminó de anunciar en abril de 2024.
El litio, como se sabe, es un recurso estratégico a nivel global, muy codiciado por su importancia en la fabricación de baterías y vehículos eléctricos. Chile, como nunca antes en su historia, desarrolló un plan a largo plazo para que la explotación del litio sea liderada por el Estado, se haga —en lo posible— de manera sustentable e impulse un desarrollo científico, tecnológico y territorial.
Una apuesta que muchos han mirado con sospecha, tanto por sus ambiciones como por el protagonismo que tendrá el sector público, algo inédito en nuestra historia minera. Jonathan Castillo, doctor en ingeniería e investigador del Departamento de Metalurgia de la Universidad de Atacama, solo tiene optimismo: “tenemos todas las capacidades técnicas para lograr una industria diversa, eficiente y totalmente alienada con la Estrategia Nacional del Litio (ENL)”.
Castillo ve el futuro con entusiasmo, entre otras cosas, porque recientemente un proyecto liderado por él se adjudicó un concurso Anillos de Investigación, otorgado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), para promover la diversificación en los procesos de producción del litio.
En conjunto con la U. de Antofagasta, y el Centro Avanzado de Tecnología para la Minería de la U. de Chile, buscarán métodos para que la minería del litio no se quede solo en extraer este mineral, que además no es el más abundante en los salares. “El predominante es el magnesio”, dice Castillo, “cuya presencia en las salmueras es incluso cien veces más alta que la del litio”.
¿Cuál es la importancia que tiene el magnesio hoy como mineral?
El magnesio es un mineral muy liviano y que forma aleaciones de acero muy resistentes. Para industrias como la aeronáutica o de tecnología avanzada, que son sus principales mercados, resulta muy apreciado. Tiene múltiples usos, pero todavía no es de un alto valor, al menos no tanto como el litio. Hay miles de aceros, pero los que ahora están muy demandados son estos de aleaciones muy livianas y resistentes, donde el magnesio es componente importante.
En el nombre de su proyecto dice “optimizar la remoción y recuperación de magnesio desde salmueras”. ¿Hoy el magnesio no se está aprovechando?
El litio hoy se extrae mediante salmueras, una mezcla de agua y minerales que se bombea desde las capas subterráneas de los salares. En estas salmueras, el magnesio es mucho más abundante que el litio, pero hoy no se lo aprovecha y queda como un pasivo ambiental. Como el proceso se concentra solo en recuperar el litio, porque es más valioso, los subproductos pasan a ser grandes cerros blancos de sales de magnesio o sodio. Es un equivalente a los tranques de relave, pero en polvo, que alteran el paisaje y el ecosistema.
Es decir, ¿se está tirando magnesio a la basura?
Hoy su valorización es muy baja porque no se hace una recuperación selectiva. Como están mezcladas con distintos elementos, pierden su valor. El objetivo es recuperar de manera selectiva, ir directamente al magnesio, cuidando que el litio siga su camino. Estamos hablando de sales de magnesio de alta pureza que después podrían ser utilizadas en la industria de las aleaciones, o a futuro producir magnesio metálico, cuyo valor es muchísimo más alto.
¿Y por qué es tan relevante diversificar la extracción de litio?
El litio está declarado como un mineral estratégico en Chile —eso significa que el Estado lidera su explotación— y crítico a nivel mundial, lo que quiere decir que es sumamente escaso. Como la oferta es mucho menor a la demanda, la industria comienza a buscar sustitutos, lo que añade presión a quienes lo extraen. En este caso, el magnesio representa una gran oportunidad para amortiguar esa presión, y extraerlo sería muy eficiente, pues podríamos recuperar grandes cantidades desde las salmueras. Además, el magnesio, a partir del 2025, se debería declarar como mineral crítico. Por lo tanto, su valor y su demanda crecerán exponencialmente. No tanto como el litio, pero su precio se volverá interesante. Porque: ¿qué pasará cuando el litio se acabe o cuando baje su precio? La industria debe ser capaz de sobrevivir a estos cambios del mercado a través de la diversificación de sus productos. De eso se trata: de no apostar todas las fichas al litio, pues el mercado está muy volátil y el escenario global muy delicado, con las guerras y los conflictos geopolíticos.
La industria extractiva del litio, como casi todas las actividades mineras, tiene una huella de carbono enorme, con alto nivel de residuos. ¿Este proyecto ayudaría a reducirla?
Sí. SQM, Albemarle o cualquier otra empresa que trabaje en evaporación de sales —que es como se recupera el litio— genera muchos residuos. Son cerros tremendos, millones de toneladas que se producen de pasivos ambientales que no tienen un uso práctico. Por eso, recuperar magnesio significaría reducir la huella de carbono. SQM, la empresa que más publica sus datos ambientales, tiene un peak gigantesco en su huella de carbono por la importación de ceniza de soda, o carbonato de calcio, el cual se utiliza para batir y precipitar el magnesio y así sacarlo del sistema. Esa ceniza viene de Estados Unidos, en barco, por lo que significa un nivel de emisiones tremendo. Entonces, si logramos recuperar grandes cantidades de magnesio de manera eficiente, bajaremos o evitaremos el uso de ceniza de soda, reduciendo tanto la huella de carbono como los costos a las empresas.
¿Baterías de litio chilenas?
Aún se debate mucho respecto a que la ENL es muy ambiciosa, pues busca que Chile tenga de pronto una industria compleja y tecnificada, pero sin tener las capacidades. ¿Cuál es su juicio?
Eso es parte del mito que existe en la industria nacional. Yo creo que sí tenemos todas las capacidades técnicas para lograr una industria diversa, eficiente y totalmente alienada con la ENL. La tecnología de obtención de litio que hoy predomina en el mundo, que no es básica sino sumamente compleja, se desarrolló en Chile por SQM, a través de sus departamentos de I+D. Entonces el país tiene todo el potencial para no quedarse solo en el extractivismo. Una manera de empezar es diversificando los minerales que recuperamos. Hoy todas las empresas, por la demanda y el alto valor que tiene, solo buscan extraer litio. Pero el magnesio sigue siendo el elemento más abundante. Por lo tanto, si lo removemos de manera selectiva, lo logramos precipitar en sales de alto valor, no solo logramos diversificar la extracción sino que además simplificamos y eliminamos complejidades que tienen actualmente todos los procesos que se están desarrollando.
¿Cómo ven el potencial en Chile para luego desarrollar productos a partir del litio y fabricarlos o generarlos acá mismo? ¿Puede llegar a ocurrir o se trata de un sueño demasiado lejano a nuestra realidad?
Si se quiere desarrollar una industria energética o automotriz asociada al litio, se puede hacer. Han existido un par de intentos, y hay uno que avanza un poco más, de la empresa china de vehículo eléctricos BYD. No veo ningún problema para avanzar en la industria de baterías. La mayor complejidad hoy es que la cadena de producción, desde la extracción de litio hasta la elaboración de una batería o vehículo, prácticamente está monopolizada por China. Si los chinos, u otro competidor, deciden instalar fábricas más cercanas a los yacimientos, están todas las herramientas para que eso pueda ocurrir en Chile. Ahí, eso sí, entran temas geopolíticos que no son sencillos de abordar. Hoy existe esa presión por abrir el mercado de las baterías, y creo que Chile, con un potencial muy alto de aumentar la producción de litio, está en muy buen pie para instalar industrias más avanzadas, ya sea de componentes, de baterías o de vehículos eléctricos.
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