Plantas vs. Cáncer: la esperanza que ofrecen en la lucha contra esta enfermedad

El 4 de febrero se conmemora el Día Mundial contra el Cáncer y algunas investigaciones han dado luces sobre las propiedades de las plantas y lo que las rodea.

El tesoro de las plantas: cómo la botánica ha ofrecido esperanza en la batalla contra el cáncer

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El cáncer, esa enfermedad que ha tocado tantas vidas alrededor del mundo, no es solo una lucha personal, sino también un desafío global. A lo largo de los años, la humanidad ha unido esfuerzos para combatir el cáncer, desde los rudimentarios tratamientos del pasado hasta  las innovaciones actuales que prometen un futuro más esperanzador.

Cada 4 de febrero se conmemora el Día Mundial contra el Cáncer, una fecha en la que el planeta se une para reconocer y enfrentar este desafío, que hoy, es uno de los más grandes de nuestra época. Este es un día que simboliza no solo la solidaridad global ante quienes luchan y han luchado contra esta enfermedad, sino también una instancia para destacar los esfuerzos en investigación, prevención y tratamiento. Es, sin dudas, un llamado a la acción.

En los últimos años, la ciencia chilena ha puesto sus esfuerzos en encontrar soluciones efectivas contra el cáncer y varias de ellas han apuntado a las plantas, un recurso biológico que está siendo ampliamente explorado. Un ejemplo es la investigación de la Leptocarpha rivularis, una planta endémica de Chile, conocida como Palo Negro, que ha destacado por su uso en la medicina tradicional y también en la ancestral del pueblo mapuche.

Leptocarpha rivularis. Plantas en la lucha contra el cáncer.
Así es la Leptocarpha rivularis, una planta endémica de Chile, conocida como Palo Negro.

Los extractos de hojas, cortezas y flores de esta especie –según estudios fitoquímicos– tienen efectos antioxidantes, hipoglucemiantes y anticancerígenos, especialmente por la presencia de leptocarpina, una molécula que se ha vuelto objeto de estudio por sus propiedades biológicas: la más relevante es su capacidad de agente quimiosensibilizador, es decir, que puede hacer que las células cancerosas sean más sensibles a la quimioterapia. No obstante, ¿qué tan sustentable sería una terapia basada en el uso de una planta con tantas propiedades benéficas?

Esta ha sido la interrogante que un grupo de investigadoras e investigadores chilenos, liderado por el Dr. Andres Olea, académico de la U. Autónoma, en conjunto con investigadores de la U. Mayor –instituciones miembros del consorcio Ciencia e Innovación para el Futuro–, en su quehacer investigativo, han realizado un estudio para cultivar esta especie en un laboratorio a partir de  pequeños trozos para así generar la planta completa en las condiciones óptimas.

La técnica de micropropagación in vitro les permitió a los investigadores cultivar esta planta, estudiar su composición química e investigar cuál es su efecto en células cancerígenas. Este hallazgo es particularmente importante, ya que abre un camino hacia el desarrollo de nuevos tratamientos naturales y efectivos contra el cáncer teniendo en el centro el potencial de la flora nativa. Además, tiene un componente de sustentabilidad del recurso altísimo puesto que no dependería de alterar el ecosistema en donde esta planta habita. 

El riesgo de los herbicidas

Esta cruzada por combatir el cáncer a partir de recursos naturales no está exenta de inconvenientes. Por ejemplo, también se han realizado investigaciones que develan los peligros que se producen por el uso indiscriminado de ciertos herbicidas en las plantas.

Es conocido que el cáncer de mama es el tumor más frecuente en las mujeres chilenas y también es el que produce una mayor cantidad de muertes cada año​​, lo que nos lleva a pensar que cualquier estrategia para disminuir su incidencia, es vital.

Algunos plaguicidas son un riesgo para las mujeres, pues pueden generar cáncer de mama.

En este sentido, un estudio realizado por Gloria Calaf, investigadora del Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá, reveló que el uso de plaguicidas organofosforados son un riesgo para las mujeres, pues pueden generar cáncer de mama. ¿La razón? Estos productos incluyen malatión, paratión y glisofato –sustancias que pueden interferir con el sistema nervioso–, y pueden ser absorbidos a través de la piel. Una vez absorbidos, son capaces de interaccionar  con los estrógenos pudiendo generar cáncer en un modelo de rata. Esto resulta alarmante para las mujeres, especialmente para quienes viven y trabajan en zonas agrícolas y están expuestas a estos componentes, pero también para quienes en las ciudades ocupan estas sustancias como herbicidas.

¿Qué hacer al respecto? La investigación de Calaf sugiere la necesidad de una mayor conciencia sobre los riesgos asociados al abuso de estos químicos sintéticos  y la urgencia de implementar regulaciones más estrictas para su uso, a fin de proteger la salud pública y especialmente la salud de las mujeres.

Estas investigaciones científicas –y otras que incluyen, por ejemplo, compuestos de la cúrcuma– abren un futuro esperanzador en la lucha contra el cáncer, tanto para la prevención como para encontrar tratamientos efectivos. No solo porque asoman como una luz para las personas, sino también porque nos recuerda que nuestro entorno y las plantas son aliados ancestrales del ser humano.

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